Verónica Gerber Bicecci
19.03 - 18.04.2020
por Cristina Rivera Garza
1. Nada se esconde aquí. Aquí, como desaconsejaban los autores de Gran Literatura del Siglo XX, todo se muestra, sobre todo las costuras. Nada de lo que vemos es resultado del genio individual, misterioso e inexplicable, de la autora, sino producto del trabajo de investigación y selección de los materiales de un mundo que compartimos. Están aquí, todos esos materiales, menos para reconocernos y más porque nos reconocemos en ellos. Esto es una conversación o una interacción, un happening apenas esbozado por la serie de decisiones de las que, sin embargo, la autora se vuelve absolutamente responsable. La experiencia es nuestra. La responsabilidad y la implicación nos pertenecen.
2. Lo contrario al concepto imperialista de dar la voz es mostrar la serie de voces que ya existen. Aún más: producir la operación de escucha que permite que esas voces reales y concretas encuentren los oídos de otros. Re-escribir nunca es una práctica inocente. El que re-escribe desata la tradición que el desastre insuperable ha vuelto invisible o muda. El que re-escribe desencadena. Destraba. E invoca, menos a los fantasmas del pasado, y más a las continuidades que, desde el pasado, fraguan una práctica de resistencia y desacato con el presente.
3. Habría que aceptar, en palabras de José Revueltas, que nuestros pasos van sobre las huellas que han dejado otros. Esas marcas sobre la superficie de la tierra, que denotan la ausencia de otros más, forman parte de la primera gran pregunta en tanto cuerpos: ¿por qué no están aquí ya? ¿Por qué estamos nosotros en su lugar? ¿En lugar de quién estoy yo aquí? ¿Con quién comparto mi existencia en este punto del universo? Atender a estas preguntas nos conduce a conceptos de territorio, y de escritura, que incluyen los sedimentos del suelo y del aire, y la presencia humana y no-humana entre ellos.
4. Las conjugaciones en futuro de los verbos en La compañía, y las visitaciones de un mundo por venir en los haikús con los que Gerber Bicecci re-escribe los originales de José Juan Tablada, incluidas las imágenes intervenidas de la vida en la Tierra que se enviaron al espacio en el Disco de Oro en la sonda Voyager en 1977, son indicaciones de que la activación del archivo no solo se mueve hacia el pasado, también alcanza a las especulaciones del futuro donde gravita, amenazante y probable, más que posible, el terricidio y la hecatombe climática.
5. Lo que tenemos frente a nosotros no es una ruina, si por ello entendemos como Gustavo Gordillo sugiere “objetos muertos de un pasado muerto”, sino escombro: esa materia todavía más alejada de la forma, e intrínseca a todo terreno habitable, que resulta de la destrucción del espacio, pero sin caer en el hechizo homogeneizante del pasado y el efecto fetichizante en el presente.
6. Sergio Villalobos-Ruminott argumenta que la soberanía y la acumulación escriben sobre la tierra, pero no directa sino heterográficamente. Se trata de un “secreto tatuaje” donde queda huella “del impacto material de los cuerpos en su disposición sobre el territorio”. No hay manera de descifrar ese tatuaje, que compartimos todos y nos marca por igual, sin desenterrar los procesos de la acumulación del capital y sus aliados: el heteropatriarcado y el racismo. Si lo que nos interesa es la pregunta sobre la justicia, entonces hay que des-sedimentar los mitos de origen y los lenguajes de violencia con los que han sido articulados.
7. Gerber Bicecci se plantea una y otra vez, en todas las traducciones posibles, incluyendo aquí la ejercida por el paso del tiempo y la atracción del espacio, la pregunta sobre la acumulación. Y el resultado no solo es el desciframiento colectivo de ese tatuaje secreto con que nos ha marcado la explotación y la rapiña, sino también algo más. Nos devuelve nuestro rostro y nuestro cuerpo, junto con los rostros y cuerpos de otros, multiplicados como potencia.
8. Del estrato de los planetas, a la infinitésima existencia del microbio o la bacteria, pasando por la escala del cuerpo humano, Gerber Bicecci no nos permite olvidar el presente, el momento en que se generan los mensajes del oráculo y el momento, luego entonces, del peligro develado. Si hemos de creerle a los designios de La máquina distópica, en el año de 2176, con un 84% de contaminación y con 1x de sustitución de trabajo humano, el futuro nos depara lo siguiente: “Descalzos los pies, los campos en ellos, sentiré el acreedor de la tierra en mis plantas desnudas”. Aquí estamos. Esto es lo que compartimos. Este es nuestro abismo.
by Cristina Rivera Garza
1. Nothing is hidden here, especially —as advised against by the authors of Great Literature in the twentieth century— the seams. Nothing of what we see is the result of the individual, mysterious and inexplicable genius of the author, but is rather a product of the labor of researching and selecting materials from a world that we share. All those materials are here, less for recognizing them than because we recognize ourselves in them. This is a conversation or an intersection, a happening whose script is barely sketched out by a set of decisions for which the artist nevertheless becomes absolutely responsible. But the experience is our own. The responsibility for that and its implications belong to us.
2. The opposite of the imperialist concept of giving someone a voice is showcasing the voices that already exist, or better yet producing the listening operation that allows those real, concrete voices to find others' ears. Rewriting a text is never an innocent practice. Those who rewrite let loose the tradition that the surpassing disaster has made invisible or mute. Those who rewrite unchain or unhitch, invoking less the ghosts of the past than the continuities from the past that forge a practice of resistance to and contempt for the present.
3. As José Revueltas might have put it, we must accept that we follow in the footsteps left by others. Those marks on the surface of the earth, which denote the absence of others, are part of the first great question about bodies: why are they no longer here? We are we here in their stead? Whose place do I occupy here? With whom do I share my existence at this point in the universe? Addressing these questions leads us to concepts of territory and of writing, which include the sediments of the soil and the air, and the human and non-human presences among them.
4. The future-tense conjugations of the verbs in the first part of La compañía and the visitations of a world to come in the haikus with which Gerber rewrites José Juan Tablada's original poems, including the intervened images of life on Earth that were sent into space on the Voyager probe's Golden Record in 1977, are indications that the activation of the archive not only moves toward the past, but also reaches for the speculations of the future, where the threat of climate disaster and terricide looms as more of a probability than a mere possibility.
5. We are presented not with a ruin (if we understand the latter as Gustavo Gordillo suggests, as "dead objects from a dead past") but with rubble: material that is even more distant from form, and intrinsic to all habitable terrain, which results from the destruction of space without falling into the homogenizing sorcery of the past or the fetishizing effect of the present.
6. Sergio Villalobos-Ruminott argues that sovereignty and accumulation write upon the earth, albeit heterographically rather than directly. This involves a "secret tattooing" that leaves a trace "of the material impact of bodies in their distribution across a territory." There is thus no way to decipher such a tattoo, which we all share and which marks us equally, without unearthing the processes by which capital and its allies, the hetero-patriarchy and racism, accumulate. If we are interested in the question of justice, we must dig into the layers of material that make up the supposed immutability of our world, de-sedimenting the origin myths and the languages of violence with which they have been articulated.
7. Gerber Bicecci raises the question of accumulation over and over again, in every possible translation, including here the one carried out by the passage of time and the attraction of space. And the result is not only a collective deciphering of the secret tattoo with which we have been marked by exploitation and despoliation, but also something more. It returns to us our face and our body, together with the faces and bodies of others, multiplied as potency.
8. From the stratum of the planets to the infinitesimal existence of the microbe or bacterium, passing through the scale of the human body, Gerber Bicecci does not allow us to forget the present, the moment when the oracle's messages are generated and the moment, then, of the revealed danger. If we are to believe the projections of La máquina distópica, the web-based oracle resulting from a collaboration between Verónica Gerber, Canek Zapata and Carlos Bergen, in the year 2176, with 84% of contamination and a 1-to-1 replacement of human labor, the future will bring the following: "Barefoot in the field, I will feel the creditor-earth on my naked soles." We are here. This is what we share. This is our abyss.
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Verónica Gerber Bicecci
19.03 - 18.04.2020
por Cristina Rivera Garza
1. Nada se esconde aquí. Aquí, como desaconsejaban los autores de Gran Literatura del Siglo XX, todo se muestra, sobre todo las costuras. Nada de lo que vemos es resultado del genio individual, misterioso e inexplicable, de la autora, sino producto del trabajo de investigación y selección de los materiales de un mundo que compartimos. Están aquí, todos esos materiales, menos para reconocernos y más porque nos reconocemos en ellos. Esto es una conversación o una interacción, un happening apenas esbozado por la serie de decisiones de las que, sin embargo, la autora se vuelve absolutamente responsable. La experiencia es nuestra. La responsabilidad y la implicación nos pertenecen.
2. Lo contrario al concepto imperialista de dar la voz es mostrar la serie de voces que ya existen. Aún más: producir la operación de escucha que permite que esas voces reales y concretas encuentren los oídos de otros. Re-escribir nunca es una práctica inocente. El que re-escribe desata la tradición que el desastre insuperable ha vuelto invisible o muda. El que re-escribe desencadena. Destraba. E invoca, menos a los fantasmas del pasado, y más a las continuidades que, desde el pasado, fraguan una práctica de resistencia y desacato con el presente.
3. Habría que aceptar, en palabras de José Revueltas, que nuestros pasos van sobre las huellas que han dejado otros. Esas marcas sobre la superficie de la tierra, que denotan la ausencia de otros más, forman parte de la primera gran pregunta en tanto cuerpos: ¿por qué no están aquí ya? ¿Por qué estamos nosotros en su lugar? ¿En lugar de quién estoy yo aquí? ¿Con quién comparto mi existencia en este punto del universo? Atender a estas preguntas nos conduce a conceptos de territorio, y de escritura, que incluyen los sedimentos del suelo y del aire, y la presencia humana y no-humana entre ellos.
4. Las conjugaciones en futuro de los verbos en La compañía, y las visitaciones de un mundo por venir en los haikús con los que Gerber Bicecci re-escribe los originales de José Juan Tablada, incluidas las imágenes intervenidas de la vida en la Tierra que se enviaron al espacio en el Disco de Oro en la sonda Voyager en 1977, son indicaciones de que la activación del archivo no solo se mueve hacia el pasado, también alcanza a las especulaciones del futuro donde gravita, amenazante y probable, más que posible, el terricidio y la hecatombe climática.
5. Lo que tenemos frente a nosotros no es una ruina, si por ello entendemos como Gustavo Gordillo sugiere “objetos muertos de un pasado muerto”, sino escombro: esa materia todavía más alejada de la forma, e intrínseca a todo terreno habitable, que resulta de la destrucción del espacio, pero sin caer en el hechizo homogeneizante del pasado y el efecto fetichizante en el presente.
6. Sergio Villalobos-Ruminott argumenta que la soberanía y la acumulación escriben sobre la tierra, pero no directa sino heterográficamente. Se trata de un “secreto tatuaje” donde queda huella “del impacto material de los cuerpos en su disposición sobre el territorio”. No hay manera de descifrar ese tatuaje, que compartimos todos y nos marca por igual, sin desenterrar los procesos de la acumulación del capital y sus aliados: el heteropatriarcado y el racismo. Si lo que nos interesa es la pregunta sobre la justicia, entonces hay que des-sedimentar los mitos de origen y los lenguajes de violencia con los que han sido articulados.
7. Gerber Bicecci se plantea una y otra vez, en todas las traducciones posibles, incluyendo aquí la ejercida por el paso del tiempo y la atracción del espacio, la pregunta sobre la acumulación. Y el resultado no solo es el desciframiento colectivo de ese tatuaje secreto con que nos ha marcado la explotación y la rapiña, sino también algo más. Nos devuelve nuestro rostro y nuestro cuerpo, junto con los rostros y cuerpos de otros, multiplicados como potencia.
8. Del estrato de los planetas, a la infinitésima existencia del microbio o la bacteria, pasando por la escala del cuerpo humano, Gerber Bicecci no nos permite olvidar el presente, el momento en que se generan los mensajes del oráculo y el momento, luego entonces, del peligro develado. Si hemos de creerle a los designios de La máquina distópica, en el año de 2176, con un 84% de contaminación y con 1x de sustitución de trabajo humano, el futuro nos depara lo siguiente: “Descalzos los pies, los campos en ellos, sentiré el acreedor de la tierra en mis plantas desnudas”. Aquí estamos. Esto es lo que compartimos. Este es nuestro abismo.
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18.5 x 18.31 x 1.97 in
Impresión digital sobre papel algodón
47 x 46.5 x 5 cm
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Ceramic, metallic wire, cardboard, ink
5.51 x 6.69 x 3.54 in
Cerámica, alambre de metal, cartón y tinta
14 x 17 x 9 cm
Ceramic, metallic wire, cardboard, ink
4.45 x 7.48 x 5.31 in
Cerámica, alambre de metal, cartón y tinta
11.3 x 19 x 13.5 cm
Ceramic, metallic wire, cardboard, chenille stems and ink
6.3 x 4.72 x 2.36 in
Cerámica, alambre de metal, cartón, limpiapipas y tinta
16 x 12 x 6 cm
Ceramic, metallic wire, cardboard, chenille stems and ink
4.53 x 5.91 x 5.31 in
Cerámica, alambre de metal, cartón, limpiapipas y tinta
11.5 x 15 x 13.5 cm
Ceramic, metallic wire, cardboard and ink
5.51 x 7.48 x 3.94 in
Cerámica, alambre de metal, cartón y tinta
14 x 19 x 10 cm
Typewritten texts, photography & acetone, original poetry book
11.22 x 8.78 x 1.46 in
Texto mecanografiado, fotografía y acetona, libro original de poesía
28.5 x 22.3 x 3.7 cm
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