Por María Olivera
Para las escultoras Naomi Siegmann e Inmaculada Abarca la experiencia de crear un proyecto de trabajo en conjunto representó una oportunidad para poner a prueba su creatividad y desarrollar una suerte de juego-trabajo. En 1994, Inmaculada Abarca supo de un depósito industrial en Mixcoac que estaba por cerrar sus puertas, y le dijo a Siegmann que ahí podrían encontrar material de trabajo para crear esculturas. En aquel lugar recuperaron un lote de piezas talladas con las cuales se fundían, en hierro o acero, partes mecánicas (engranes, prensas, abrazaderas) y al rescatarlas decidieron crear con ellas ciertas composiciones. Los resultados fueron esculturas que, respetando la procedencia industrial, tenían un aire cercano a las obras cubistas de las primeras vanguardias del siglo XX, enriquecidas ahora con un carácter lúdico y reflexivo. Durante el proceso creativo, las escultoras confrontaban unas piezas con otras buscando una forma o un simbolismo.
Se sabe que cada material tiene una carga alegórica particular que inevitablemente se refleja en el sentido y la factura de la obra final, y en este sentido las artistas decidieron manipular lo menos posible estos moldes y más bien encontrar su significado coherente. Primero seleccionaban las piezas con las que trabajarían —respetando las formas y los acoplamientos posibles— tratando de encajar unas con otras. Después les quitaban el barniz para recuperar el acabado de la madera y poco a poco las ponían a dialogar hasta descubrir un nuevo significado para estos objetos gracias a su visión artística.
"Nuestro reto —mencionaba Naomi Siegmann— es crear esculturas con estos objetos y rescatar de entre el polvo de los años este trabajo elaborado por manos muy hábiles para dar soluciones técnicas a innumerables procesos artesanales. Asimismo, descubrimos que, allí donde la función determinaba la forma, ahora podía invertirse el proceso y permitir que estas formas recrearan una función: la de involucrar al espectador en un diálogo con las piezas y su propio espacio constructivo". [1] Su trabajo consistía en organizar el caos y la dispersión de aquellos moldes de fundición, de tal manera que pudiera establecerse una relación entre el todo y sus partes. Como se percibe en las piezas de esta exposición, realizadas entre 1994 y 1995, cada obra estimula la percepción del espectador y juega con el “deber ser” de las cosas para provocar una reacción que altere el modo de ver el mundo, pues, de alguna manera, la labor escultórica permite que la forma fluya y los observadores la conviertan en otra estructura.
Los títulos de las esculturas también fueron elección en conjunto entre Abarca y Siegmann y reflejaban el interés de ambas por atender al diálogo formal que presentaba cada pieza que surgía en el ejercicio del ensamblaje. Cada nombre, como M.6-Árbol, Agosto Blanco ó Pequeño Templo, brinda pautas de lectura para las piezas y son también resultado de la síntesis conceptual y matérica de las obras. Tanto Siegmann como Abarca aportaban ideas que reconfiguraban la obra a partir de su co-autoría y que concretaban su significado en el título.
Al rescatar los moldes de la fundidora y empezar a manipularlos para encontrar formas orgánicas, entendieron que el reúso del material era también un medio para dar continuidad a la labor artística; para 1995, Siegmann ya no podía hacer talla de madera debido al avance de su artritis reumatoide —que comenzó en 1985— y previo a este trabajo con Abarca pensó que era el fin de su carrera. No obstante, juntas descubrieron que podían dotar de vida a estos moldes y vehiculizar así conceptos e inquietudes en las piezas abstractas producto de esta experimentación; manifestando al mismo tiempo el manejo de la materia: la escultura como la significación de los cuerpos en el espacio.
Hay piezas que trascienden por sí mismas y que se vuelven atemporales; si un objeto recreado provoca en nosotros alguna inquietud o impresión es porque representa la esencia del arte que va más allá de determinado contexto histórico y artístico. Es ahí donde se concreta el papel de la escultura: como otra manera de referir a nuestra historia, que al mismo tiempo nos posibilita hablar de ella en nuestra contemporaneidad. Las impresiones que se experimentan en Ensamblajes dan continuidad al interés de Naomi Siegmann e Inmaculada Abarca por permitir que el espectador dialogue con las piezas y con su propio espacio.`
[1]. Siegmann, Naomi. “Sobre ‘Ecos de corazones’”, Naomi Siegmann, Fogra Editorial deMéxico SA de CV, 2016, p. 113.
By María Olivera
For sculptors Naomi Siegmann and Inmaculada Abarca, developing a collaborative project together was an opportunity to test out their creativity and develop a sort of hybrid workshop. In 1994 Inmaculada Abarca learned about foundry in Mixcoac that was about to shut down, and she told Siegmann that they might be able to find material there with which to make sculptures. They ended up salvaging a set of carved pieces that had been used to cast machine parts in iron or steel (e.g., cogs, presses, clamps), and decided to use them to create their own compositions. The resulting sculptures respected their industrial origins while echoing the cubist works of the early-twentieth-century avant-gardes, enriching them with a playful, reflexive character. The sculptors' creative process involved juxtaposing different pieces with each other as they searched for new forms or symbolic meanings.
Every material has its own allegorical connotation, which is inevitably reflected in the meaning and execution of the final work. With this in mind, the artists opted to modify these molds as little as possible and instead to seek out their inherent meanings. First they chose the pieces with which they would work —respecting the forms and possible pairings— and tested out ways of fitting them together. Then they stripped the varnish in order to restore the original finish of the wood, and gradually put the individual pieces in dialogue with each other until their artistic vision led to the discovery of a new meaning for these objects.
"The challenge we faced," Naomi Siegmann explained, "was to use these objects to create sculptures and to clean years' worth of dust from work that had been performed by very skillful hands that gave technical solutions to countless craft processes. We also discovered that, in this place where function had once determined form, the process could now be reversed to enable these forms to recreate a function: involving the spectator in a dialogue with the pieces and their own constructive space." [1] Their work consisted in organizing the chaos and dispersion of the former foundry's molds in order to establish a relationship between the whole and its parts. As is apparent in the pieces of this exhibition, made in 1994 and 1995, each work stimulates the viewer's perception and plays with the way things "ought to be" in order to elicit a reaction that changes their way of seeing the world; for, in a way, makes possible that the sculptor's job goes from form to flow and for the observers to transform it into a different structure.
The titles of the sculptures were also chosen jointly by Abarca and Siegmann, and reflected their interest in attending to the formal dialogue enacted by each piece, which arose through the exercise of assemblage. Each title, like M.6-Árbol [M.6-Tree], Agosto blanco [White August] or Pequeño templo [Little Temple], offers guidelines for interpreting the pieces and result from the conceptual and material syntheses embodied in the different assemblages. Siegmann and Abarca both contributed ideas that reshaped the pieces on the basis of their co-authorship, and which crystallized their meanings in their respective titles.
By salvaging the molds from the foundry and manipulating them in search of organic forms, they understood that reusing this material was also a way of extending their previous labors as artists. By 1995 Siegmann could no longer carve wood as a result of her advanced rheumatoid arthritis, which had begun in 1985, and before this project with Abarca she had thought her career was over. Nevertheless, together they discovered that they could bring life to these molds and thereby transmit concepts and concerns through the abstract pieces that resulted from this experimentation, while at the same time making manifest their handling of matter: sculpture as the signification of bodies in space.
There are transcendent pieces become timeless all by themselves. If a recreated object leaves us with a certain impression or unsettles us, this is because it represents the essence of art, which extends beyond a given historical and artistic context. It is there that the role of sculpture crystallizes as another way of referring to our history that simultaneously makes it possible for us to talk about it in the present. The impressions experienced in Assemblages continue Naomi Siegmann and Inmaculada Abarca's interest in allowing spectators to dialogue with the pieces and with their own space.
[1] Naomi Siegmann, "Sobre 'Ecos de corazones,'" in Naomi Siegmann (Mexico City: Fogra Editorial, 2016), 113.
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Por María Olivera
Para las escultoras Naomi Siegmann e Inmaculada Abarca la experiencia de crear un proyecto de trabajo en conjunto representó una oportunidad para poner a prueba su creatividad y desarrollar una suerte de juego-trabajo. En 1994, Inmaculada Abarca supo de un depósito industrial en Mixcoac que estaba por cerrar sus puertas, y le dijo a Siegmann que ahí podrían encontrar material de trabajo para crear esculturas. En aquel lugar recuperaron un lote de piezas talladas con las cuales se fundían, en hierro o acero, partes mecánicas (engranes, prensas, abrazaderas) y al rescatarlas decidieron crear con ellas ciertas composiciones. Los resultados fueron esculturas que, respetando la procedencia industrial, tenían un aire cercano a las obras cubistas de las primeras vanguardias del siglo XX, enriquecidas ahora con un carácter lúdico y reflexivo. Durante el proceso creativo, las escultoras confrontaban unas piezas con otras buscando una forma o un simbolismo.
Se sabe que cada material tiene una carga alegórica particular que inevitablemente se refleja en el sentido y la factura de la obra final, y en este sentido las artistas decidieron manipular lo menos posible estos moldes y más bien encontrar su significado coherente. Primero seleccionaban las piezas con las que trabajarían —respetando las formas y los acoplamientos posibles— tratando de encajar unas con otras. Después les quitaban el barniz para recuperar el acabado de la madera y poco a poco las ponían a dialogar hasta descubrir un nuevo significado para estos objetos gracias a su visión artística.
"Nuestro reto —mencionaba Naomi Siegmann— es crear esculturas con estos objetos y rescatar de entre el polvo de los años este trabajo elaborado por manos muy hábiles para dar soluciones técnicas a innumerables procesos artesanales. Asimismo, descubrimos que, allí donde la función determinaba la forma, ahora podía invertirse el proceso y permitir que estas formas recrearan una función: la de involucrar al espectador en un diálogo con las piezas y su propio espacio constructivo". [1] Su trabajo consistía en organizar el caos y la dispersión de aquellos moldes de fundición, de tal manera que pudiera establecerse una relación entre el todo y sus partes. Como se percibe en las piezas de esta exposición, realizadas entre 1994 y 1995, cada obra estimula la percepción del espectador y juega con el “deber ser” de las cosas para provocar una reacción que altere el modo de ver el mundo, pues, de alguna manera, la labor escultórica permite que la forma fluya y los observadores la conviertan en otra estructura.
Los títulos de las esculturas también fueron elección en conjunto entre Abarca y Siegmann y reflejaban el interés de ambas por atender al diálogo formal que presentaba cada pieza que surgía en el ejercicio del ensamblaje. Cada nombre, como M.6-Árbol, Agosto Blanco ó Pequeño Templo, brinda pautas de lectura para las piezas y son también resultado de la síntesis conceptual y matérica de las obras. Tanto Siegmann como Abarca aportaban ideas que reconfiguraban la obra a partir de su co-autoría y que concretaban su significado en el título.
Al rescatar los moldes de la fundidora y empezar a manipularlos para encontrar formas orgánicas, entendieron que el reúso del material era también un medio para dar continuidad a la labor artística; para 1995, Siegmann ya no podía hacer talla de madera debido al avance de su artritis reumatoide —que comenzó en 1985— y previo a este trabajo con Abarca pensó que era el fin de su carrera. No obstante, juntas descubrieron que podían dotar de vida a estos moldes y vehiculizar así conceptos e inquietudes en las piezas abstractas producto de esta experimentación; manifestando al mismo tiempo el manejo de la materia: la escultura como la significación de los cuerpos en el espacio.
Hay piezas que trascienden por sí mismas y que se vuelven atemporales; si un objeto recreado provoca en nosotros alguna inquietud o impresión es porque representa la esencia del arte que va más allá de determinado contexto histórico y artístico. Es ahí donde se concreta el papel de la escultura: como otra manera de referir a nuestra historia, que al mismo tiempo nos posibilita hablar de ella en nuestra contemporaneidad. Las impresiones que se experimentan en Ensamblajes dan continuidad al interés de Naomi Siegmann e Inmaculada Abarca por permitir que el espectador dialogue con las piezas y con su propio espacio.`
[1]. Siegmann, Naomi. “Sobre ‘Ecos de corazones’”, Naomi Siegmann, Fogra Editorial deMéxico SA de CV, 2016, p. 113.
Assemblage of foundry wooden molds and paint
92.13 x 17.72 x 12.99 in
Ensamblaje de moldes de fundición de madera y pintura
234 x 45 x 33 cm
Assemblage of foundry wooden molds and paint
62.99 x 24.02 x 13.78 in
Ensamblaje de moldes de fundición de madera y pintura
160 x 61 x 35 cm
Assemblage of foundry wooden molds, paint and gold leaf
36.76 x 19.69 x 17.72 in
Ensamblaje de moldes de madera de fundición, pintura y hoja de oro
101 x 50 x 45 cm
Assemblage of foundry wooden molds and paint
26.38 x 12.99 x 5.91 in
Ensamblaje de moldes de fundición de madera y pintura
67 x 33 x 15 cm
Assemblage of foundry wooden molds and paint
57.09 x 23.62 x 26.77 in
Ensamblaje de moldes de fundición de madera y pintura
145 x 60 x 68 cm
Assemblage of foundry wooden molds, paint and gold leaf
10.63 x 8.66 x 6.69 in
Ensamblaje de moldes de fundición de madera, pintura y hoja de oro
27 x 22 x 17 cm
Assemblage of foundry wooden molds, paint and gold leaf
12.2 x 3.35 x 4.33 in
Ensamblaje de moldes de fundición de madera, pintura y hoja de oro
31 x 8.5 x 11 cm
Assemblage of foundry wooden molds, paint and gold leaf
14.17 x 6.3 x 5.51 in
Ensamblaje de moldes de fundición de madera, pintura y hoja de oro
36 x 16 x 14 cm
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