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Josué Mejía
Pase Ud. Hasta nuestros días
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Josué Mejía
Pase Ud. Hasta nuestros días
Josué Mejía
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Josué Mejía. La historia como caricatura. 

Por Carlos E. Palacios 

Entre las más famosas frases de Karl Marx se encuentra: "La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa", con la cual comienza su libro El 18 Brumario sobre el autogolpe de estado que hizo el príncipe-presidente francés Luis Bonaparte, en la Francia de 1851. Marx ve en ciertos acontecimientos históricos fallidas versiones en tono de farsa, que es un buen sinónimo de comedia. Si establecemos un parangón entre la comedia y los géneros de las artes visuales, éste sería sin duda la caricatura. Parafraseando a Marx podríamos decir que la historia se repite como caricatura. 

Es una buena sentencia para comprender el discurso artístico de Josué Mejía (Ciudad de México, 1994). Su uso de la viñeta, que domina con enorme habilidad de buen dibujante, va de la mano de un ejercicio muy inteligente, de agudas críticas cargadas de ironía, en propuestas donde revisa sucesos de la historia mexicana: la industrialización del país después de la Segunda Guerra Mundial o las relaciones entre el arte moderno de México y los Estados Unidos, como es el caso de la célebre exposición Veinte Siglos de Arte Mexicano, realizada en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York en 1940. 

Precisamente es este paradigmático ejemplo de la historia de las exposiciones internacionales del arte mexicano el tema de esta muestra de Mejía, que él ha intitulado Pase Ud. hasta nuestros días. El título, cargado de humor, ironiza en torno al continuum de ese tipo de muestras que se realizan desde mediados del siglo pasado hasta el presente, con sus fijas categorías sobre el arte mexicano (y que de alguna manera esa exposición ayudó a validar). Es importante señalar que el artista no busca “rehacer" la exhibición del MoMA a partir de estrategias de reproducción de materiales de archivo, su historia o su estilo museográfico (lo que la curaduría histórica ha definido como “period rooms"). Lo que se propone Mejía es precisamente comentar con sus viñetas sobre fresco lo que se esconde detrás de su inteligente título para esta primera muestra en Proyectos Monclova: cómo la estructura curatorial concebida para el museo neoyorquino dividida en periodos -prehispánico, colonial, popular y moderno- se instituyó hasta nuestros días como la periodización canónica de la historia y las instituciones del arte en México. 

Sin embargo, Josué Mejía no reduce sus obras a un ejercicio crítico de naturaleza conceptual sobre eventos del pasado. Su trabajo se expande hacia la materialidad pictórica del fresco, la riqueza visual y figurativa de la viñeta, los objetos museográficos y la instalación como un amplio campo de reflexiones visuales y estéticas revisitadas: sobre la vigencia de las técnicas artísticas preferidas del arte en México (como el fresco); sobre la posibilidad de introducir la ficción en el solemne discurso de la historia, contrabandeándola como crítica institucional en los entresijos de la investigación historiográfica. 

Es notable como a través del dibujo, Mejía le añade más imaginación y liviandad a solemnes momentos del pasado, que solemos leer desde la rigidez y la severidad de la historia escrita con H mayúscula. Ciertamente, el artista escoge acontecimientos que lo invitan a inventarse un imaginario sustancioso. La exposición Veinte Siglos de Arte Mexicano es el disparador perfecto para lograr un acercamiento poético a sus contenidos, sus obras y objetos, su registro y diseño expositivo. Tan importante es para el artista reflexionar lo que allí fue exhibido, como los soportes museográficos que el MoMA empleó. A los primeros les vuelve a dar una nueva vida animada a través del dibujo (de allí el otro nombre de las caricaturas: dibujos animados) que en el caso de Mejía responde a una estética que se engarza con la modernidad, como si estas viñetas también fueran parte del pasado, gracias a su peculiar estilo de dibujo, cuya genealogía podemos encontrar en los característicos trazos de las tiras cómicas de la prensa, las películas de Walt Disney o las caricaturas de los dibujantes modernos mexicanos de los años XX. Por su parte, su lectura de los soportes museográficos de Veinte Siglos... funcionan como la contraparte contemporánea de Pase Ud. hasta nuestros días. Josué Mejía levanta una fantasía museal compuesta por obras, bases, marcos, muros  de colores y elementos decorativos, para acentuar la presencia de la ficción en la historia, con un cierto grado de humorismo escenográfico, muy usual en sus instalaciones. 

Finalmente, es importante recordar que las viñetas de Josué Mejía aumentan su anacronismo desde otro mecanismo igualmente anacrónico: el fresco. Una técnica que, sin lugar a dudas y gracias al sempiterno muralismo mexicano, se adueñó de un lugar protagónico de la historia del arte del siglo XX. Sobre este anacronismo técnico discurren las sincrónicas críticas fabuladas de Josué Mejía: vuelve a poner la mirada reflexiva en sucesos históricos a los cuales le añade cierta comedia o parodia, recordando la paráfrasis de la cita marxiana con la que inicié estas líneas y, como alguna vez dijera el novelista mexicano Fernando del Paso, “la historia no se repite, pero a veces se parodia a sí misma”.

Josué Mejía: History as Cartoon 

By Carlos E. Palacios 

One of Marx’s most famous lines reads: “all facts and personages of great importance in world history occur, as it were, twice... the first time as tragedy, the second as farce.” Thus begins The 18th Brumaire, his book about the coup d’état led by the French president-turned-emperor, Louis-Napoléon Bonaparte, in 1851. Marx regards certain historical events as failed and indeed laughable attempts to emulate a predecessor; in other words, a good synonym for comedy. And among the visual arts, the likeliest parallel to comedy would undoubtedly be the cartoon. So, paraphrasing Marx, we could say that history repeats itself as cartoon. 

This is a handy way of understanding the artistic discourse of Josué Mejía (Mexico City, 1994). His use of cartoons, which he has mastered thanks to his prodigious talent as an illustrator, goes hand in hand with his very clever way of filling his pointed critiques with irony, in projects that review events from Mexican history: the country’s industrialization after World War II, or the relationship between modern art in Mexico and the United States, such as in the celebrated exhibition Twenty Centuries of Mexican Art, held at New York’s Museum of Modern Art (MoMA) in 1940. 

Indeed, this paradigmatic example of the history of international exhibitions of Mexican art constitutes the theme of Mejía’s current show, which he has titled Pase Ud. hasta nuestros días (Come Right into Our Time). Dripping with sarcasm, the title makes fun of the persistence of these kinds of shows, which have been organized from the mid-twentieth century to the present, with their rigid, unchanging way of categorizing Mexican art (and which the MoMA exhibition in a way helped to validate). 

It is important to note that the artist does not seek to “remake” the MoMA exhibition through a strategy of reproducing archival materials, the show’s history, or its exhibition design (which historical curatorial studies have defined in terms of “period rooms”). Instead, Mejía’s cartoons on fresco comment on his clever title for his first show at Proyectos Monclova implies: namely, that a curatorial structure conceived eighty years ago for an exhibition in New York— with its division into pre-Hispanic, colonial, popular, and modern periods—has persisted into our own time as the canonical way of periodizing art history and art institutions in Mexico. 

Nevertheless, Josué Mejía’s pieces are not limited to elaborating a conceptual critique of past events. His work also encompasses the pictorial materiality of the fresco, the visual and figurative richness of the cartoon strip, museum objects, and installation as a broad field of revisited visual and aesthetic reflections. It is about the validity of the preferred artistic techniques of art in Mexico (such as fresco), and about the possibility of introducing fiction into the solemn discourse of history, smuggling it into the hidden details of historiographical research in the form of institutional critique. 

It is notable how, through drawing, Mejía adds more imagination and levity to solemn moments of the past, which we tend to read from the rigid and severe standpoint of History with a capital H. Certainly, the artist chooses events that invite him to invent a substantial imaginary for himself. The exhibition Twenty Centuries of Mexican Art is the perfect catalyst for taking a poetic approach to its contents, works and objects, its record, and exhibition design. But it is just as important for the artist to reflect what was exhibited there, including the means of installing the work that were used at the MoMA. He breathes new, animate life into the former through drawing (hence another name for cartoons: animations), which in Mejía’s case entails an aesthetic linked to modernity, as if these cartoons were also part of the past, thanks to his peculiar style of drawing, whose genealogy we can trace back to the characteristic lines of newspaper comic strips, Walt Disney films, or the comic strips of twentieth-century modern Mexican illustrators. His reading of the means of installation used in Twenty Centuries… functions as the contemporary counterpart of Pase Ud. hasta nuestros días. Josué Mejía resurrects a museal fantasy consisting of artworks, plinths, frames, colorful walls, and decorative elements, in order to accentuate the presence of fiction in history, with a certain degree of exhibition- design-related humor, very common in his installations. 

Finally, it is important to recall that the anachronism of Josué Mejía’s cartoons is heightened by his use of another, equally anachronistic device: namely, fresco, a technique that, undoubtedly and thanks to the life everlasting of Mexican muralism, claimed a leading role in the history of art in the twentieth century. Onto this technical anachronism are spilled the synchronic critiques dreamt up by Josué Mejía: again he points a reflexive gaze at historical events and brings a sense of comedy or parody to them, recalling the paraphrase of Marx with  which I began this introduction. Or, as the Mexican novelist Fernando de Paso once said, “history doesn’t repeat itself, but it does sometimes parody itself.”

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Josué Mejía. La historia como caricatura. 

Por Carlos E. Palacios 

Entre las más famosas frases de Karl Marx se encuentra: "La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa", con la cual comienza su libro El 18 Brumario sobre el autogolpe de estado que hizo el príncipe-presidente francés Luis Bonaparte, en la Francia de 1851. Marx ve en ciertos acontecimientos históricos fallidas versiones en tono de farsa, que es un buen sinónimo de comedia. Si establecemos un parangón entre la comedia y los géneros de las artes visuales, éste sería sin duda la caricatura. Parafraseando a Marx podríamos decir que la historia se repite como caricatura. 

Es una buena sentencia para comprender el discurso artístico de Josué Mejía (Ciudad de México, 1994). Su uso de la viñeta, que domina con enorme habilidad de buen dibujante, va de la mano de un ejercicio muy inteligente, de agudas críticas cargadas de ironía, en propuestas donde revisa sucesos de la historia mexicana: la industrialización del país después de la Segunda Guerra Mundial o las relaciones entre el arte moderno de México y los Estados Unidos, como es el caso de la célebre exposición Veinte Siglos de Arte Mexicano, realizada en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York en 1940. 

Precisamente es este paradigmático ejemplo de la historia de las exposiciones internacionales del arte mexicano el tema de esta muestra de Mejía, que él ha intitulado Pase Ud. hasta nuestros días. El título, cargado de humor, ironiza en torno al continuum de ese tipo de muestras que se realizan desde mediados del siglo pasado hasta el presente, con sus fijas categorías sobre el arte mexicano (y que de alguna manera esa exposición ayudó a validar). Es importante señalar que el artista no busca “rehacer" la exhibición del MoMA a partir de estrategias de reproducción de materiales de archivo, su historia o su estilo museográfico (lo que la curaduría histórica ha definido como “period rooms"). Lo que se propone Mejía es precisamente comentar con sus viñetas sobre fresco lo que se esconde detrás de su inteligente título para esta primera muestra en Proyectos Monclova: cómo la estructura curatorial concebida para el museo neoyorquino dividida en periodos -prehispánico, colonial, popular y moderno- se instituyó hasta nuestros días como la periodización canónica de la historia y las instituciones del arte en México. 

Sin embargo, Josué Mejía no reduce sus obras a un ejercicio crítico de naturaleza conceptual sobre eventos del pasado. Su trabajo se expande hacia la materialidad pictórica del fresco, la riqueza visual y figurativa de la viñeta, los objetos museográficos y la instalación como un amplio campo de reflexiones visuales y estéticas revisitadas: sobre la vigencia de las técnicas artísticas preferidas del arte en México (como el fresco); sobre la posibilidad de introducir la ficción en el solemne discurso de la historia, contrabandeándola como crítica institucional en los entresijos de la investigación historiográfica. 

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