Evidencias de la sensible pérdida de cualidades estéticas. Museo Guggenheim Aguascalientes (Rolando López)
Por Adriana Melchor Betancourt
En años recientes se ha discutido en el ámbito global sobre el papel de los museos en la sociedad y puesto en escrutinio las estructuras coloniales que los sostienen. Particularmente, aquellos fundados en Estados Unidos y Europa, han formado sus colecciones a partir del saqueo y despojo de los bienes culturales de otros países colonizados. Así también, los recursos utilizados para su financiamiento provienen de riquezas generadas de la industria minera, la explotación de combustibles fósiles, la venta de armamento, entre otras actividades. Por ejemplo, la creación de las grandes instituciones culturales que hoy conocemos en Estados Unidos se remonta a la época histórica conocida como The Gilded Age (1865 - 1898); etapa que se caracterizó por el desarrollo industrial acelerado del país. Nombres como John D. Rockefeller, J. Paul Getty, Henry Clay Frick o Andrew Mellon, por mencionar algunos; amasaron grandes riquezas destruyendo el medio ambiente y explotando a sus trabajadores. Sus ganancias les permitieron hacerse de colecciones de arte y fundar instituciones culturales.
La familia Guggenheim, hoy reconocida en el ámbito cultural por sus museos y su filantropía a la cultura, se dedicó al sector minero y metalúrgico a finales del siglo XIX y principios del XX, en un momento de plena expansión y demanda de metales industriales. Un contexto favorable que les permitió crecer y consolidarse como una gran corporación transnacional. Para lograr esto tuvieron varios proyectos mineros y de fundidoras fuera de los Estados Unidos que les permitieron extraer recursos naturales de otros países. En 1910 la multinacional compró Chuquicamata en el desierto de Atacama en Chile, considerada en ese entonces la mayor mina de cobre a cielo abierto del mundo. Sin embargo, actualmente la zona es inhabitable debido al grado de contaminantes, el daño ambiental y los grandes riesgos a la salud. En México, las empresas de los hermanos Guggenheim estuvieron activas, principalmente, de 1890 a 1923 y tuvieron varias inversiones a través de tres de ellas: Guggenheim Exploration Co. (Guggenex), M. Guggenheim’s Sons (MGS) y American Smelting and Refining Company (Asarco), ésta última fue la más importante debido a la gran cantidad de propiedades que tuvieron. En nuestro país instalaron cinco fundiciones de plomo y cobre en los estados de Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Nuevo León y San Luis Potosí, además de adquirir minas para abastecer a estas fábricas.
La huella que dejó esta familia en nuestro país es verdaderamente devastadora y el artista hidrocálido Rolando López se ha dedicado a construir una memoria crítica y un espacio de resistencia a través del proyecto artístico Museo Guggenheim Aguascalientes. Desde 2012, López realiza una investigación exhaustiva en torno a las actividades de La Gran Fundición Central Mexicana (1894 - 1925); planta instalada por el clan Guggenheim. Esta apuesta le ha permitido al artista convocar varias colaboraciones desde distintas disciplinas artísticas, sociales y culturales para construir un entramado complejo que le ha permitido rastrear el paso tóxico y de destrucción de diversos ecosistemas en nuestro país. Cada uno de sus ejes de acción, entendidas como etapas de investigación, tienen salida en “programas públicos” como los que un museo podría ofrecer a sus públicos; y cada intervención en un cubo blanco, una entrega más de su programa de exhibiciones. Varias de las obras que produce, presenta y circula el Museo Guggenheim Aguascalientes utilizan como materia prima los residuos tóxicos, conocida como escoria, recolectados del Cerro de la Grasa en Aguascalientes. Usa también la fotografía, tanto como objeto artístico como registro documental, para mostrar los cambios en el paisaje que la industria metalúrgica de los Guggenheim provocó en el territorio mexicano. Cada una de estas entregas expositivas se presenta en compañía de una maqueta, la cual muestra el prototipo arquitectónico de un museo distópico cuyos muros turbios y opacos serán edificados con la escoria extraída de la región.
Para esta última exposición, Rolando López presenta Evidencias de la sensible pérdida de cualidades estéticas, título que retoma una frase proveniente del “Plan de impacto ambiental” elaborado por la empresa Siica para llevar a cabo la ampliación de la mina El Porvenir en el estado de Aguascalientes. A su vez, esta es la tercera entrega del ciclo "El dilema de unir los puntos" curado por Néstor Jiménez. La muestra incluye varias de las piezas pertenecientes a algunos de los programas del Museo Guggenheim Aguascalientes. De igual manera presenta obras producidas ex profeso para esta exhibición.
En esta muestra hay tres obras creadas con la técnica fotográfica de colodión húmedo que presentan tres contratos registrados en tres momentos claves de la historia de nuestro país, dos firmados en el siglo XIX y uno en el siglo XXI. Uno de ellos se refiere al contrato celebrado entre el gobernador de Aguascalientes Alejandro Vázquez del Mercado y el empresario Salomon R. Guggenheim en 1894 para la instalación de La Gran Fundición Central Mexicana, mientras que la Manifestación de Impacto Ambiental para el proyecto de la presa de Jales El Orito, da cuenta de cómo continúa la sobreexplotación de los recursos naturales de la misma comunidad en Aguascalientes, sin ningún acto de reparación a la comunidad.
Las fotografías panorámicas que se pueden apreciar no nos presentan un paisaje bucólico ni una referencia a alguna zona arqueológica escondida, se trata de los residuos tóxicos que aún permanecen y que han modificado brutalmente por siglos los alrededores de Aguascalientes, Nuevo León y San Luis Potosí. El retrato de una lechuza blanca posada sobre la punta de roca no trata de una bella imagen sobre la fauna silvestre, sino sobre los pocos animales que quedan e intentan adaptarse al tóxico hábitat en el que ahora tienen que vivir.
El conjunto de cerámicas pertenece al programa Trastornos y colapsos del Museo Guggenheim Aguascalientes que explora las cualidades escultóricas a través de las formaciones peculiares de la escoria y su capacidad de refracción de la luz. Al tiempo que integra las técnicas artesanales que los maestros artesanos del municipio de Real de Asientos aún trabajan en la zona devastada por la familia Guggenheim. En esta exposición existen también homenajes a personajes que han contribuido tanto a la lucha obrera como al estudio de la cultura mexicana, como es el caso de Práxedis Guerrero, poeta anarquista que impulsó la lucha obrera en varios estados del país o a Anita Brenner, antropóloga, periodista y escritora nacida en Aguascalientes, que se dedicó al estudio y divulgación del arte y cultura mexicana.
En suma, quienes se acercan por primera vez a este museo crítico se asoman a una mínima parte de la investigación y labor de más de una década de resistencia sostenida por el artista Rolando López. El Museo Guggenheim Aguascalientes es un esfuerzo de memoria y acción colectiva que articula un contrarrelato local de lo que está detrás de las estructuras coloniales que sostienen a las instituciones culturales, de la filantropía, los corporativos trasnacionales e incluso del propio coleccionismo de arte.
Evidence of the Palpable Loss of Aesthetic Qualities: Museo Guggenheim Aguascalientes (Rolando López)
By Adriana Melchor Betancourt
Recent years have seen a growing, worldwide discussion about museums’ role in society and scrutiny of the colonial structures that sustain them. Museums founded in the United States and Europe in particular have built their collections by looting and pillaging the cultural goods of other colonized countries, and the resources used to finance them originated from wealth generated by the mining industry, the extraction of fossil fuels, and arms sales, among other activities. For example, the creation of the large cultural institutions we know today in the United States dates back to the historical period known as The Gilded Age (1865–1898), a time characterized by the accelerated industrial development of the country. Such personages as John D. Rockefeller, J. Paul Getty, Henry Clay Frick, and Andrew Mellon, to name only a few, amassed great wealth while destroying the environment and exploiting their workers. Their profits enabled them to build their art collections and found cultural institutions.
The Guggenheim family, now renowned in the cultural realm for its museums and philanthropic support of culture, was dedicated to the mining and metalworking sectors in the late nineteenth and early twentieth centuries, at a time of outright expansion and high demand for industrial metals—a favorable context that enabled the family to grow its business and consolidate it as a large transnational corporation. To achieve this, they established various mining projects and foundries outside the United States, which enabled them to extract other countries’ natural resources. In 1910, the multinational bought Chuquicamata in Chile's Atacama Desert, which was considered the world's largest open-pit copper mine at the time. The area is now uninhabitable due to the high degree of contamination, environmental damage, and adverse health risks. The Guggenheim brothers’ businesses were mostly active in Mexico from 1890 to 1923, with several investments coming through the Guggenheim Exploration Co. (Guggenex), M. Guggenheim's Sons (MGS), and American Smelting and Refining Company (Asarco), the last of which being the most important thanks to the large quantity of properties it held. They installed five lead and copper foundries in the Mexican states of Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Nuevo León, and San Luis Potosí, while also acquiring mines to supply these factories.
This family's imprint on our country has been truly devastating, in response to which the Aguascalientes-based artist Rolando López has devoted himself to constructing a critical memory and a space of resistance through his Museo Guggenheim Aguascalientes project. Since 2012, López has been carrying out extensive research on the activities of La Gran Fundición Central Mexicana (The Large Central Mexican Foundry, 1894–1925), a plant installed by the Guggenheim family. This bid has enabled the artist to organize collaborations across several different artistic, social, and cultural disciplines, in order to construct a complex framework that has enabled him to retrace the Guggenheims’ toxic path of destruction through diverse ecosystems in our country. Each of the project’s action areas, understood as phases of research, has led to “public programs” like those that a museum might offer its publics, just as each intervention in a white cube has been like a new instalment in its exhibition program. Several of the pieces produced, presented, and circulated by the Museo Guggenheim Aguascalientes use the toxic waste known as slag as their raw material, which has been collected from the Cerro de la Grasa in Aguascalientes. López also uses photographs, as both art objects and documentary records, to show the changes to the Mexican landscape wrought by the Guggenheims' metalworks. Each of these exhibitions features a model which presents an architectural prototype for a dystopian museum whose muddy, opaque walls are meant to be built with the slag extracted from the area.
For this, his latest exhibition, Rolando López presents Evidencias de la sensible pérdida de cualidades estéticas (Evidence of the Palpable Loss of Aesthetic Qualities), the title of which comes from an environmental impact assessment completed by the firm Siica so it could expand the El Porvenir mine in the state of Aguascalientes. It is the third instalment of the cycle El dilema de unir los puntos (The Dilemma of Connecting the Dots) curated by Néstor Jiménez. The show includes several pieces to have come out of the Museo Guggenheim Aguascalientes’s programs, as well as works produced especially for this exhibition.
Three of the works in this show were made using the wet collodion photography process. They feature three contracts filed at three key moments of Mexican history, two of which were signed in the nineteenth century and one in the twenty-first. One of them is an 1894 contract between then-governor of Aguascalientes, Alejandro Vázquez del Mercado, and entrepreneur Salomon R. Guggenheim, establishing La Gran Fundición Central Mexicana. By contrast, the Manifestación de Impacto Ambiental (environmental impact statement) for the Jales El Orito dam project reveals how the overexploitation of natural resources from the same community in Aguascalientes continues unabated, with no act of reparation to the community.
The panoramic photographs on view do not present us with a bucolic landscape or a reference to some hidden archaeological site, but instead feature the toxic residues that still remain and have been brutally modifying the areas around Aguascalientes, Nuevo León, and San Luis Potosí for centuries. The portrait of a white owl perched on the tip of a rock is not a beautiful image of wild fauna, but a statement about the dearth of animals that have remained, attempting to adapt to the toxic habitat in which they now have to live.
The set of ceramics comes from the Museo Guggenheim Aguascalientes's Trastornos y colapsos (Disorders and Collapses) program, which explores sculptural qualities through the peculiar formations of slag and its light refraction capacity, while at the same time incorporating artisanal techniques that the master craftsmen in the municipality of Real de Asientos still use in the zone devastated by the Guggenheim family. This exhibition also features homages to figures who have contributed both to the workers' struggle and to the study of Mexican culture, including Práxedis Guerrero, an anarchist poet who championed the workers' struggle in various states of the Mexican Republic, and Anita Brenner, an anthropologist, journalist, and writer born in Aguascalientes, who dedicated herself to studying and promoting Mexican art and culture.
In sum, visitors who encounter this critical museum for the first time are getting a glimpse of a tiny portion of the research and work that the artist Rolando López has been pursuing for more than a decade of resistance. The Museo Guggenheim Aguascalientes is an effort at collective memory and action that articulates a local counter-narrative of what lies behind the colonial structures that sustain cultural institutions, philanthropy, transnational corporations, and even art collecting itself.
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Evidencias de la sensible pérdida de cualidades estéticas. Museo Guggenheim Aguascalientes (Rolando López)
Por Adriana Melchor Betancourt
En años recientes se ha discutido en el ámbito global sobre el papel de los museos en la sociedad y puesto en escrutinio las estructuras coloniales que los sostienen. Particularmente, aquellos fundados en Estados Unidos y Europa, han formado sus colecciones a partir del saqueo y despojo de los bienes culturales de otros países colonizados. Así también, los recursos utilizados para su financiamiento provienen de riquezas generadas de la industria minera, la explotación de combustibles fósiles, la venta de armamento, entre otras actividades. Por ejemplo, la creación de las grandes instituciones culturales que hoy conocemos en Estados Unidos se remonta a la época histórica conocida como The Gilded Age (1865 - 1898); etapa que se caracterizó por el desarrollo industrial acelerado del país. Nombres como John D. Rockefeller, J. Paul Getty, Henry Clay Frick o Andrew Mellon, por mencionar algunos; amasaron grandes riquezas destruyendo el medio ambiente y explotando a sus trabajadores. Sus ganancias les permitieron hacerse de colecciones de arte y fundar instituciones culturales.
La familia Guggenheim, hoy reconocida en el ámbito cultural por sus museos y su filantropía a la cultura, se dedicó al sector minero y metalúrgico a finales del siglo XIX y principios del XX, en un momento de plena expansión y demanda de metales industriales. Un contexto favorable que les permitió crecer y consolidarse como una gran corporación transnacional. Para lograr esto tuvieron varios proyectos mineros y de fundidoras fuera de los Estados Unidos que les permitieron extraer recursos naturales de otros países. En 1910 la multinacional compró Chuquicamata en el desierto de Atacama en Chile, considerada en ese entonces la mayor mina de cobre a cielo abierto del mundo. Sin embargo, actualmente la zona es inhabitable debido al grado de contaminantes, el daño ambiental y los grandes riesgos a la salud. En México, las empresas de los hermanos Guggenheim estuvieron activas, principalmente, de 1890 a 1923 y tuvieron varias inversiones a través de tres de ellas: Guggenheim Exploration Co. (Guggenex), M. Guggenheim’s Sons (MGS) y American Smelting and Refining Company (Asarco), ésta última fue la más importante debido a la gran cantidad de propiedades que tuvieron. En nuestro país instalaron cinco fundiciones de plomo y cobre en los estados de Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Nuevo León y San Luis Potosí, además de adquirir minas para abastecer a estas fábricas.
La huella que dejó esta familia en nuestro país es verdaderamente devastadora y el artista hidrocálido Rolando López se ha dedicado a construir una memoria crítica y un espacio de resistencia a través del proyecto artístico Museo Guggenheim Aguascalientes. Desde 2012, López realiza una investigación exhaustiva en torno a las actividades de La Gran Fundición Central Mexicana (1894 - 1925); planta instalada por el clan Guggenheim. Esta apuesta le ha permitido al artista convocar varias colaboraciones desde distintas disciplinas artísticas, sociales y culturales para construir un entramado complejo que le ha permitido rastrear el paso tóxico y de destrucción de diversos ecosistemas en nuestro país. Cada uno de sus ejes de acción, entendidas como etapas de investigación, tienen salida en “programas públicos” como los que un museo podría ofrecer a sus públicos; y cada intervención en un cubo blanco, una entrega más de su programa de exhibiciones. Varias de las obras que produce, presenta y circula el Museo Guggenheim Aguascalientes utilizan como materia prima los residuos tóxicos, conocida como escoria, recolectados del Cerro de la Grasa en Aguascalientes. Usa también la fotografía, tanto como objeto artístico como registro documental, para mostrar los cambios en el paisaje que la industria metalúrgica de los Guggenheim provocó en el territorio mexicano. Cada una de estas entregas expositivas se presenta en compañía de una maqueta, la cual muestra el prototipo arquitectónico de un museo distópico cuyos muros turbios y opacos serán edificados con la escoria extraída de la región.
Para esta última exposición, Rolando López presenta Evidencias de la sensible pérdida de cualidades estéticas, título que retoma una frase proveniente del “Plan de impacto ambiental” elaborado por la empresa Siica para llevar a cabo la ampliación de la mina El Porvenir en el estado de Aguascalientes. A su vez, esta es la tercera entrega del ciclo "El dilema de unir los puntos" curado por Néstor Jiménez. La muestra incluye varias de las piezas pertenecientes a algunos de los programas del Museo Guggenheim Aguascalientes. De igual manera presenta obras producidas ex profeso para esta exhibición.
En esta muestra hay tres obras creadas con la técnica fotográfica de colodión húmedo que presentan tres contratos registrados en tres momentos claves de la historia de nuestro país, dos firmados en el siglo XIX y uno en el siglo XXI. Uno de ellos se refiere al contrato celebrado entre el gobernador de Aguascalientes Alejandro Vázquez del Mercado y el empresario Salomon R. Guggenheim en 1894 para la instalación de La Gran Fundición Central Mexicana, mientras que la Manifestación de Impacto Ambiental para el proyecto de la presa de Jales El Orito, da cuenta de cómo continúa la sobreexplotación de los recursos naturales de la misma comunidad en Aguascalientes, sin ningún acto de reparación a la comunidad.
Las fotografías panorámicas que se pueden apreciar no nos presentan un paisaje bucólico ni una referencia a alguna zona arqueológica escondida, se trata de los residuos tóxicos que aún permanecen y que han modificado brutalmente por siglos los alrededores de Aguascalientes, Nuevo León y San Luis Potosí. El retrato de una lechuza blanca posada sobre la punta de roca no trata de una bella imagen sobre la fauna silvestre, sino sobre los pocos animales que quedan e intentan adaptarse al tóxico hábitat en el que ahora tienen que vivir.
El conjunto de cerámicas pertenece al programa Trastornos y colapsos del Museo Guggenheim Aguascalientes que explora las cualidades escultóricas a través de las formaciones peculiares de la escoria y su capacidad de refracción de la luz. Al tiempo que integra las técnicas artesanales que los maestros artesanos del municipio de Real de Asientos aún trabajan en la zona devastada por la familia Guggenheim. En esta exposición existen también homenajes a personajes que han contribuido tanto a la lucha obrera como al estudio de la cultura mexicana, como es el caso de Práxedis Guerrero, poeta anarquista que impulsó la lucha obrera en varios estados del país o a Anita Brenner, antropóloga, periodista y escritora nacida en Aguascalientes, que se dedicó al estudio y divulgación del arte y cultura mexicana.
En suma, quienes se acercan por primera vez a este museo crítico se asoman a una mínima parte de la investigación y labor de más de una década de resistencia sostenida por el artista Rolando López. El Museo Guggenheim Aguascalientes es un esfuerzo de memoria y acción colectiva que articula un contrarrelato local de lo que está detrás de las estructuras coloniales que sostienen a las instituciones culturales, de la filantropía, los corporativos trasnacionales e incluso del propio coleccionismo de arte.
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