por Néstor Jiménez
¿Cuál es la importancia de ser autosuficiente sino aprender uno mismo a ser útil a los demás?
Una estrategia clave para la consolidación del poder soviético durante la primera parte del siglo XX fue la prolífica producción de literatura infantil la cual, siguiendo el código moral e ideológico bolchevique, inculcaba hábitos de trabajo, aprendizaje de habilidades técnicas y la asimilación de eventos históricos fundacionales a través del juego, así como la supresión del carácter fantástico en sus temas e ilustraciones por considerarlo poco útil para la formación revolucionaria del niño soviet.
Dentro de esta línea de pensamiento llaman la atención trabajos como We build from cardboard (A. Leptev, 1932) y Politecnican Young (N.D Belayanov / V.P Nardashev, 1931), en los que pueden observarse con toda nitidez, los objetivos predeterminados para la población infantil de la entonces emergente dictadura del proletariado: ¡Autosuficiencia, amor por el trabajo, colectivización! El primero de ellos ofrece una serie de modelos recortables para armar que representan a las industrias más importantes del plan quinquenal soviético, con la finalidad de familiarizar a los educandos con su futuro centro de trabajo y crear en ellos un sentido de valoración del esfuerzo de los trabajadores de la patria en pequeña escala. Por su parte, el segundo ejemplo propone una serie de imágenes que ilustran algunos modelos de casas que el soviético común podía construir con sus propias manos y con las de su comunidad. Seres humanos armoniosos.
Ambos ejemplos son útiles para ofrecer un amable marco de lectura para estas obras y establecer un punto comparativo, entre el reconocimiento de las diversas y perversas distorsiones ideológicas reflejadas en la arquitectura vernácula de las distintas etapas socioeconómicas de la historia mexicana y las sustanciales apropiaciones e intercambios con la U.R.S.S muchas veces exotizados. Esto puede observarse en el origen Slacker, el primer partido socialista en México cuyo punto más álgido, más allá de la educación socialista alcanzada durante el Cardenismo, está en los experimentos de la escuela racionalista del grupo LUZ, donde, similar al modelo soviético y adecuado a las particularidades del país, impulsaron en sus libros de texto escolares estrategias de desarrollo social y económico autosustentable, como la inclusión de manuales para la siembra de jitomates.
Paradójicamente, estas acciones —sumadas a la cosmovisión religiosa (colonial) latinoamericana— fueron revistiendo el quehacer revolucionario de misticismo, de manera que la otrora íntegra y pragmática figura del comunista, se transformó en una suerte de “abominable santo” quien, atacado por la vanidad y deseos de apoteosis, se muestra melodramáticamente inmutable. Tal como lo hace Fidel, el personaje desarrollado por José Revueltas en Los días terrenales, quien prefiere dejar morir y pudrir por displicencia a su propia hija, Bandera, y cuyo olor a descomposición podía ser ignorado porque según él, “la vida está llena de cosas mucho más serias y trascendentales”; por ejemplo, el uso del dinero recabado para el entierro de la niña en la entrega a tiempo de la propaganda comunista y el envío de más panfletos a la provincia de Espartaco.
Ejemplos como este de perspectivas ideológicas distorsionadas por el contexto son las que como grupo social, nos han impedido ver la lucha de clases en su complejidad y dimensión científica, cuya experiencia inmediata está más cerca de la interpretación literal de la expresión We build from carboard que de los grandes monumentos. De manera que la conquista de las barriadas y la construcción provisional o auto dirigida, puede leerse como la cara más cruda y a la vez auténtica del socialismo mexicano, que en algunos casos, ha encontrado la perversa gloria en la precariedad sustentada en aritméticos principios ideológicos; al igual que la reencarnación de Mao para Sendero Luminoso, los amplificadores con pedazos de radios soviéticos, los parches para batería de radiografías de Eskoria en Sta. Clara (Cuba) y el Ultrametal en Medellín.
Así nuestra historia compartida transcurre entre irregulares bloques de concreto cuyas acumulaciones y ángulos estridentes recuerdan con cierta ironía y desánimo a las monumentales construcciones brutalistas —eso sí, más brutas— que desdibujan todo rastros de pulcritud estilística, a cambio de un mestizaje entre el sueño del bien común y las aspiraciones de autosuficiencia.
Tal como ahora, estas pinturas, mediante el uso de materiales constructivos y residuales, se plantean como un hilo conductor entre las primeras ensoñaciones de los libros infantiles soviéticos y los cruentos espacios constructivos regularmente encasillados en la disfuncionalidad, la fealdad y las ideaciones románticas acerca de la “arquitectura del pueblo”.
La importancia de ser autosuficiente es un espacio para la reconsideración histórica de las aspiraciones convulsas de grupos humanos que rebasados por una desastrosa realidad, optaron por diluir y permear a través de los “techos sociales” ciertos saberes prácticos, como el modesto conocimiento sobre el aplanado y el uso de concreto, adquirido durante la adolescencia (al estilo Politecnican Young: Housing) mientras mis hermanos y yo (a veces de mala gana) ayudábamos a mis padres a construir la casa familiar.
by Néstor Jiménez
What is the importance of being self-sufficient if not to learn how to be useful to others?
A key strategy for the consolidation of Soviet power during the first part of the 20th century was the prolific production of children’s literature which, following the Bolshevik moral and ideological code, instilled work habits, learning of technical skills and the assimilation of foundational historical events through play, as well as the suppression of the fantastical character in its themes and illustrations as it was considered of little use for the revolutionary formation of the Soviet child.
Within this line of thought, works such as We build from cardboard (A. Leptev, 1932) and Politecnican Young (ND Belayanov / VP Nardashev, 1931) attract attention, in which the predetermined goals for the child population of the then emerging dictatorship of the proletariat can be clearly observed: Self-sufficiency, love of labor, collectivization!
The first offers a series of cut-out models to assemble, representing the most important industries of the Soviet five-year plan, in order to familiarize students with their future workplace and create in them a sense of appreciation of the effort of the workers of their homeland on a small scale. The second example proposes a series of images that illustrate models of houses that the common Soviet could build with his own hands and with those of his community. Harmonious human beings.
Both examples are useful to offer a friendly reading framework for the presented works and to establish a comparative point between the recognition of the diverse and perverse ideological distortions reflected in the vernacular architecture of the different socioeconomic stages of Mexican history, and the substantial appropriations and exchanges with the USSR commonly exoticized. This can be observed in the origin of Slacker, the first socialist party in Mexico whose highest point, beyond the socialist education achieved during Cardenismo, is in the experiments of the rationalist school of the LUZ group, where, similar to the Soviet model and adequate to the particularities of the country, they promoted self-sustaining social and economic development strategies in their school textbooks, such as the inclusion of manuals for planting tomatoes.
Paradoxically, these actions - added to the Latin American religious (colonial) worldview - were clotting the revolutionary work of mysticism, so that the once integral and pragmatic figure of the communist, was transformed into a sort of "abominable saint" who, attacked by the vanity and desires for apotheosis, renders itself melodramatically immutable. As does Fidel, the character developed by José Revueltas in Los Días Terrenales, who prefers to let his own daughter, Bandera, die and rot out of indifference, and whose smell of decomposition could be ignored because according to him, “life is full of much more serious and momentous things ”; for example, the use of the money collected for the girl's funeral in the timely delivery of communist propaganda and the sending of more pamphlets to the province of Espartaco.
Examples of ideological perspectives distorted by the context are those that, as a social group, have prevented us from seeing the class struggle in its complexity and scientific dimension, whose immediate experience is closer to the literal interpretation of the expression We build from carboard than of the great monuments. Thus, the conquest of the neighborhoods and the provisional or self-directed construction can be read as the crudest and at the same time the authentic face of Mexican socialism, which in some cases has found perverse glory in precariousness supported by arithmetic ideological principles; as well as the reincarnation of Mao for the Shining Path, the amplifiers made with pieces of Soviet radios, the X-ray drum patches of Eskoria in Sta. Clara (Cuba) and the Ultrametal in Medellín.
Thus our shared history takes place between irregular concrete blocks whose accumulations and strident angles recall with a certain irony and discouragement the monumental Brutalist constructions - indeed, more brute- that blur all traces of stylistic neatness, in exchange for a miscegenation between the dream of the common good and aspirations for self-sufficiency.
So now, these paintings, through the use of constructive and residual materials, appear as a common thread between the first dreams of Soviet children's books and the constructive spaces regularly pigeonholed into dysfunctionality, ugliness and romantic ideations about the "architecture of the people".
The importance of being self-sufficient is a space for the historical reconsideration of the convulsive aspirations of human groups that, overtaken by a disastrous reality, chose to dilute and permeate, through the "social ceilings”, certain practical knowledge, such as the modest knowledge about flattening and the use of concrete, acquired during adolescence (in the style of Politecnican Young: Housing) while my brothers and I (sometimes reluctantly) helped my parents build the family home.
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por Néstor Jiménez
¿Cuál es la importancia de ser autosuficiente sino aprender uno mismo a ser útil a los demás?
Una estrategia clave para la consolidación del poder soviético durante la primera parte del siglo XX fue la prolífica producción de literatura infantil la cual, siguiendo el código moral e ideológico bolchevique, inculcaba hábitos de trabajo, aprendizaje de habilidades técnicas y la asimilación de eventos históricos fundacionales a través del juego, así como la supresión del carácter fantástico en sus temas e ilustraciones por considerarlo poco útil para la formación revolucionaria del niño soviet.
Dentro de esta línea de pensamiento llaman la atención trabajos como We build from cardboard (A. Leptev, 1932) y Politecnican Young (N.D Belayanov / V.P Nardashev, 1931), en los que pueden observarse con toda nitidez, los objetivos predeterminados para la población infantil de la entonces emergente dictadura del proletariado: ¡Autosuficiencia, amor por el trabajo, colectivización! El primero de ellos ofrece una serie de modelos recortables para armar que representan a las industrias más importantes del plan quinquenal soviético, con la finalidad de familiarizar a los educandos con su futuro centro de trabajo y crear en ellos un sentido de valoración del esfuerzo de los trabajadores de la patria en pequeña escala. Por su parte, el segundo ejemplo propone una serie de imágenes que ilustran algunos modelos de casas que el soviético común podía construir con sus propias manos y con las de su comunidad. Seres humanos armoniosos.
Ambos ejemplos son útiles para ofrecer un amable marco de lectura para estas obras y establecer un punto comparativo, entre el reconocimiento de las diversas y perversas distorsiones ideológicas reflejadas en la arquitectura vernácula de las distintas etapas socioeconómicas de la historia mexicana y las sustanciales apropiaciones e intercambios con la U.R.S.S muchas veces exotizados. Esto puede observarse en el origen Slacker, el primer partido socialista en México cuyo punto más álgido, más allá de la educación socialista alcanzada durante el Cardenismo, está en los experimentos de la escuela racionalista del grupo LUZ, donde, similar al modelo soviético y adecuado a las particularidades del país, impulsaron en sus libros de texto escolares estrategias de desarrollo social y económico autosustentable, como la inclusión de manuales para la siembra de jitomates.
Paradójicamente, estas acciones —sumadas a la cosmovisión religiosa (colonial) latinoamericana— fueron revistiendo el quehacer revolucionario de misticismo, de manera que la otrora íntegra y pragmática figura del comunista, se transformó en una suerte de “abominable santo” quien, atacado por la vanidad y deseos de apoteosis, se muestra melodramáticamente inmutable. Tal como lo hace Fidel, el personaje desarrollado por José Revueltas en Los días terrenales, quien prefiere dejar morir y pudrir por displicencia a su propia hija, Bandera, y cuyo olor a descomposición podía ser ignorado porque según él, “la vida está llena de cosas mucho más serias y trascendentales”; por ejemplo, el uso del dinero recabado para el entierro de la niña en la entrega a tiempo de la propaganda comunista y el envío de más panfletos a la provincia de Espartaco.
Ejemplos como este de perspectivas ideológicas distorsionadas por el contexto son las que como grupo social, nos han impedido ver la lucha de clases en su complejidad y dimensión científica, cuya experiencia inmediata está más cerca de la interpretación literal de la expresión We build from carboard que de los grandes monumentos. De manera que la conquista de las barriadas y la construcción provisional o auto dirigida, puede leerse como la cara más cruda y a la vez auténtica del socialismo mexicano, que en algunos casos, ha encontrado la perversa gloria en la precariedad sustentada en aritméticos principios ideológicos; al igual que la reencarnación de Mao para Sendero Luminoso, los amplificadores con pedazos de radios soviéticos, los parches para batería de radiografías de Eskoria en Sta. Clara (Cuba) y el Ultrametal en Medellín.
Así nuestra historia compartida transcurre entre irregulares bloques de concreto cuyas acumulaciones y ángulos estridentes recuerdan con cierta ironía y desánimo a las monumentales construcciones brutalistas —eso sí, más brutas— que desdibujan todo rastros de pulcritud estilística, a cambio de un mestizaje entre el sueño del bien común y las aspiraciones de autosuficiencia.
Tal como ahora, estas pinturas, mediante el uso de materiales constructivos y residuales, se plantean como un hilo conductor entre las primeras ensoñaciones de los libros infantiles soviéticos y los cruentos espacios constructivos regularmente encasillados en la disfuncionalidad, la fealdad y las ideaciones románticas acerca de la “arquitectura del pueblo”.
La importancia de ser autosuficiente es un espacio para la reconsideración histórica de las aspiraciones convulsas de grupos humanos que rebasados por una desastrosa realidad, optaron por diluir y permear a través de los “techos sociales” ciertos saberes prácticos, como el modesto conocimiento sobre el aplanado y el uso de concreto, adquirido durante la adolescencia (al estilo Politecnican Young: Housing) mientras mis hermanos y yo (a veces de mala gana) ayudábamos a mis padres a construir la casa familiar.
Acrylic enamel, Balsa wood, MDF and concrete on reclaimed wood
48.03 x 48.03 x .79 in
Esmalte acrílico, madera balsa, MDF, y concreto sobre soporte de madera
122 x 122 x 2 cm
Acrylic paint, MDF, paper, color pencil and concrete on reclaimed wood
48.03 x 48.03 x .98 in
Acrílico, MDF, papel, lápiz de color y concreto sobre madera recuperada
122 x 122 x 2.5 cm
Acrylic paint, MDF, concrete and sandpaper on reclaimed wood
48.03 x 48.03 x .98 in
Pintura acrílica, MDF, concreto y lija sobre madera recuperada
122 x 122 x 2.5 cm
Acrylic enamel, MDF, Balsa wood and concrete on reclaimed wood
48.03 x 48.03 x .98 in
122 x 122 x 2.5 cm
Acrylic enamel, Balsa wood, MDF, concrete and graphite on reclaimed wood
48.03 x 48.03 x 2.95 in 48.03 x 48.03 x 2.95 in
122 x 122 x 7.5 cm
Acrylic paint, Balsa wood, concrete and color pencil on reclaimed wood
24.02 x 23.7 x .67 in
61 x 60.2 x 1.7 cm
Acrylic enamel, Balsa wood, concrete and color pencil on reclaimed wood
23.82 x 23.82 x .71 in
Esmalte acrílico, madera balsa, concreto y lápiz de color sobre madera recuperada
60.5 x 60.5 x 1.8 cm
Acrylic paint, concrete and varnish on reclaimed wood
23.94 x 24.02 x .39 in
Pintura acrílica, concreto y barniz sobre madera recuperada
60.8 x 61 x 1 cm
Acrylic enamel and concrete on reclaimed wood
23.82 x 23.94 x .39 in
60.5 x 60.8 x 1 cm
Acrylic paint, Balsa wood and resin on MDF
23.82 x 23.94 x 1.1 in
Acrílico, madera balsa y resina sobre MDF
60.5 x 60.8 x 2.8 cm
Acrylic paint, Balsa wood, concrete and color pencil on reclaimed wood
23.94 x 23.82 x 1.06 in
Acrílico, madera Balsa, concreto y lápiz de color sobre madera recuperada
60.8 x 60.5 x 2.7 cm
Concrete, silicon, MDF, acrylic enamel, acrylic paint, paper, wood and varnish on a round reclaimed black metal sheet
35.43 x 33.27 x 1.38 in
Concreto, silicón, MDF, esmalte acrílico, pintura acrílica, papel, madera y barniz sobre lámina negra recuperada
90 x 84.5 x 3.5 cm
Concrete, silicon, MDF, acrylic enamel, acrylic paint, paper, wood and varnish on a round reclaimed black metal sheet
35.04 x 34.06 x .98 in
Concreto, silicón, MDF, esmalte acrílico, acrílico, papel, madera y barniz sobre placa circular recuperada de metal negro
89 x 86.5 x 2.5 cm
Acrylic enamel, Balsa wood, MDF, concrete, graphite, photocopy, wood and silicon on reclaimed wood
99.21 x 62.01 x 2.36 in
252 x 157.5 x 6 cm
Acrylic enamel, acrylic paint, Balsa wood, MDF, concrete, paper and corrugated cardboard on reclaimed wood
96.06 x 48.23 x .59 in
Esmalte acrílico, pintura acrílica, madera balsa, MDF, concreto, papel y cartón corrugado sobre soporte de madera
244 x 122.5 x 1.5 cm
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